La restauración
Sus 300 años de existencia habían dejado en la imagen un preocupante deterioro. Le faltaba parte de la corona y carecia de multitud de espinas, la soga partida por dos sitios y movido el brazo izquierdo, la espalda agrietada por varios lugares, pérdida de policromía, ataque de xilófagos etc.
Tras arduas gestiones en las que intervino la Parroquia, las monjas y su Capellán, y la propia cofradía, se eligió para su restauración los Talleres de Arte Sacro que la Conferencia Episcopal Española tiene en Madrid y donde prestigiosos especialistas prestaban sus servicios a las ordenes del padre Aguilar.
Gratitud eterna debe esta Cofradia a nuestro paisano Rvdo. Don Gregorio Baselga Alijarde, matriculado en esos momentos como alumno de la escuela, por los muchos momentos que dedicaría provisto de un bisturí y mucha paciencia para quitar capa a capa, la especie de durísimo barniz que se había formado a lo largo de los años, pues las monjas en su perdonada ignorancia, y con el fin de que la imagen apareciera más esplendorosa, le daban con un pincel por todos los recovecos con clara batida y esencia de romero.
La imagen estuvo herméticamente sellada por espacio de dos meses y sometida a un proceso de desparasitación. Otro tanto ocurrió con el altar de su capilla que estuvo tratado y precintado durante una larga temporada.
En el proceso de restauración se descubrió que la imagen llevaba cuatro capas de policromía, optándose por ir en busca de la de mayor calidad descubriendo en la clámide un color mas metalizado como de cobre que es el que actualmente contemplamos. Especial énfasis se puso en que todos los productos aplicados fuesen naturales y perfectamente reversibles ante futuras intervenciones.
En nuestro caso, quedamos comprometidos para efectuar las futuras limpiezas, única y exclusivamente provistos de un plumero suave.
Tras seis meses de larga espera y como se había previsto, finalizó la restauración en plena Cuaresma, fijando para el día 19 de marzo de 1982, festividad de San José, el retorno del Stmo. Ecce Homo.
En la tarde víspera de su venida se montó un audiovisual explicando minuciosamente todo el proceso de restauración y al que asistió el obispo diocesano D. Damián Iguacén.
A las 10 de la noche y como preludio del día siguiente, la banda de la cofradía tocó una emocionada y aplaudida retreta ante la fachada parroquial.
El 19 de marzo amaneció radiante y soleado, y a las 5 en punto de la tarde los cofrades designados se habían posicionado en todos los campanarios de la localidad, y al unísono, comenzaron a tocar las campanas del Santo Cristo y las Monjas, Santa Orosia, San Roque y las propias del templo Parroquial. Un auténtico espectáculo nunca visto hasta entonces ni repetido hasta el momento.
Anunciaban a la feligresía que el Stmo. Ecce Homo ya estaba aquí y nos convocaban a la misa de bienvenida presidida por el Sr. Obispo y concelebrada por todos los sacerdotes del Arciprestazgo (cerca de 30) a los que se sumaron otros de arciprestazgos vecinos.
En la misa muy concurrida y solemnísima, el Sr. Obispo bendijo las medallas que desde ese día llevamos los cofrades incorporadas como parte del hábito y se nos hizo entrega de la Oración Indulgenciada que cada Viernes Santo es leída ante la Imagen.
Tras la misa, se inició la procesión por la Castellana, Real, Mayor y las Monjas. Abrían marcha la Cruz del Convento seguida de la Cruz Parroquial, la banda, y cofradía al completo sin capirote, la Imagen, y por último, los sacerdotes, Obispo y Autoridades.
Especial emoción sentimos al rebasar el arco que da entrada a la plazuela del convento. Desde las ventanas de la hospedería cayó sobre la imagen una lluvia de pétalos de rosa; y ya dentro de la capilla, con los bancos retirados para dar mayor cabida al público, se entonó un solemne TE DEUM de acción de gracias.
El acto finalizó con un vino español servido en la zona del parvulario, y descubriendo el Sr. Obispo el azulejo que recoge la leyenda de la llegada a lomos de un borrico, con la frase latina ESTA ES LA CASA QUE ELEGI.